domingo, 26 de julio de 2015

La inquietante vida de Edvard Munch


Edvard Munch, considerado el precursor de la tendencia expresionista, nació en Loten, Noruega, el 13 de diciembre de 1863 y pasó la mayor parte de su infancia y adolescencia en Cristiania, la actual Oslo. Era el segundo de los cinco hijos de Laura Cathrine y de Christian Munch, doctor en la unidad médica del ejército. Cuando aún no había cumplido los cinco años, su madre murió a causa de tuberculosis y nueve años más tarde, su hermana Sophie falleció de la misma enfermedad. Tras esto, su padre, profundamente religioso, se volvió loco y únicamente la presencia de Karen Bjoltad, hermana de la mujer muerta, que se convirtió en la instructora de los niños, aportó un elemento cálido en la casa. No obstante, otras desgracias familiares, como la internación de su hermana Laura en un instituto psiquiátrico y la muerte de su hermano Andreas, tres meses después de su boda ejercieron una influencia decisiva en su actividad artística, cuyas tristes y angustiosas representaciones, basadas en sus obsesiones y frustraciones personales, abrieron el camino al desarrollo del Expresionismo.


Cuando era pequeño, estaba a menudo enfermo con fiebres, reuma e insomnio. Aun así contaba cuentos a sus hermanos y les dibujaba para entretenerlos. La tía pronto se dio cuenta del talento artístico de su sobrino y le compró material de pintura. Su padre decidió que tenía que ser ingeniero y se matriculó en la Escuela Técnica de Arquitectura en 1879, pero su mala salud le impedía asistir a clases con regularidad. Después de un año en la escuela, en 1880 decide dedicarse a la pintura y comienza sus estudios en la Escuela de Artes y Oficios, tomando clases de escultura con Julius Middelthun y más tarde de pintura con Kristian Krogh, Eric Warenskiold y Hans Heyerdahl, artistas de primera línea del arte noruego.  Además pasa algunos veranos pintando en la Academia de Pintura al Aire Libre del paisajista Frits Thaulow, asimilando un realismo de inspiración francesa.


En 1885 realiza un corto viaje a París y conoce de cerca algunas obras de Monet, Renoir, Degas, Pisarro y Seurat. Sus pinceladas serán cada vez más audaces, menos atadas a las convenciones del realismo. En 1889 realiza su primera exposición en Cristiania, como único expositor. El éxito de esta muestra, le valió una beca del gobierno para volver a París, donde permaneció hasta 1892, siendo alumno del pintor academicista Leon Bonat. Tras realizar obras de carácter impresionista recibe el influjo del Postimpresionismo, concretamente de la obra de Gauguin y Van Gogh, y del Simbolismo de Odilon Redon, que lo llevan a dar un giro radical a su trabajo. Poco después de su llegada a París recibe la noticia de la muerte de su padre. De París, viaja a Italia y de allí a Berlín, donde permanece hasta 1895. Aquí frecuenta los círculos literarios donde conoce al dramaturgo August Strindberg. En el primer año de su estadía, expuso su obra en el Círculo de Artistas berlineses. Sus pinturas no fueron entendidas, provocando el cierre de la exposición a la semana de su apertura. Esta decisión hizo que un grupo de pintores, al frente de los cuales estaba Max Liebermann, abandonaran el Círculo y formaran la Secesión de Berlín. Este incidente le otorga al pintor noruego, la fama necesaria para realizar exposiciones en toda Alemania, influyendo en el arte centroeuropeo de tal forma, que se manifestará en el Expresionismo de los primeros años del siglo XX.


En 1902, Edvard Munch expone su Friso de la Vida, donde recopila su obra sobre la vida y la muerte. Ese mismo año protagoniza un confuso episodio. Por esa época mantenía un romance con Tulla Larsen, una pelirroja de buena posición que pretendía casarse con él, quien se negaba por no disponer de recursos suficientes. Ella se alía con amigos comunes que le dicen a Munch que está muerta. Cuando va a verla, la encuentra dentro de un féretro, con un sudario y flanqueada de cirios. Ella se sienta en la cama, pensando que estaría contento por su resurrección y que se avendría a casarse. Viendo a Munch irritado por su fraude y a punto de abandonarla decide apuntarle al pecho con un revolver. Munch puso su mano en la boca del cañón y la bala lo hirió en un dedo de su mano izquierda. A partir de aquí se agravan sus delirios de persecución, sus amigos se transforman en enemigos, cae en un permanente estado de temor y desconfía de todos.


En 1908, los problemas nerviosos del artista agravados por los efectos del alcoholismo, le obligan a permanecer internado ocho meses en una clínica psiquiátrica en Copenhague. Una vez restablecido inicia un periodo en el que su obra muestra una nueva vitalidad. Aparentemente era un hombre nuevo al dejar el sanatorio. Regresa a su tierra natal y un poco más tarde se establece para siempre cerca de Oslo. Gradualmente, se convirtió en una especie de héroe nacional: la Universidad de Oslo le encargó enormes murales para su Aula Magna y, además, le fue concedida la Orden de San Olav. No obstante, la reclusión consiguió librar a Munch de las tentaciones que inspiraban  su obra, que perdió su fuerza, su violencia y su misterio.


En 1916 compró una finca en las afueras de Cristiania y allí vivió cada vez más aislado, en voluntaria reclusión, austeramente y rodeado solo por sus cuadros. El 19 de diciembre de 1943, después de haber cumplido los ochenta años, el muelle Pilipstad de Oslo fue volado en un acto de sabotaje, las ventanas de la casa de Munch explotaron con la onda expansiva y él salió de casa, paseando nervioso por su jardín arriba y abajo. Contrajo un catarro que se convirtió en bronquitis y murió, el 23 de enero de 1944, sin más compañía que la de sus dos perros.

 

Tal vez vaticinó una nueva era, ya que dejó toda su obra a la ciudad de Oslo: más de 1.000 óleos, más de 4.000 acuarelas y dibujos y más de 15.000 grabados. Estos tesoros se guardaron en el Museo Munch, de Oslo, inaugurado en 1963. Además, influyó de manera notable en los expresionistas alemanes. Fue su maestro y su mentor  y creó el ambiente propicio para que el Expresionismo se desarrollara. Influyó en toda una generación de artistas: Heckel, Schmidt-Rottluff, Pechstein, Emil Nolde, Otto Muller, Beckmann, y Ludwig Meidner, aparte de Kokoschka y otros artistas menores.

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